Ramón Amela
Aki Ross en Final Fantasy.
La Bienal de Venecia, llevada a cabo este verano, trata de ser un registro fiel de la situación artística mundial. Uno de los componentes destacados de la muestra, según José M. Springer, es la común relación con lo real y lo ficticio de objetos artísticos de muy diferente procedencia. Desde la construcción para la percepción verídica de un espacio ficticio a la monumentalidad de escala, el artista enmascara las nociones de verdad y realidad. Asimismo, varios autores destacan la espectacularización mediática de la obra; la obra artística va acercándose, en un sutil deslizamiento de los sentidos, al espectáculo. El mundo empieza a aparecer como un espectáculo virtual. La actitud estética se infiltra en todas las manifestaciones sociales convirtiéndose en un principio de construcción de realidad.
La imagen virtual como elemento con existencia aparente y no real mediatiza todo conocimiento actual de la verdad y la realidad. Los medios de comunicación son creadores y detractores de la sensibilidad del espectador inmerso en un mundo de imágenes. La pantalla es uno de los medios, desde el cine, la TV, los anuncios, al monitor de la computadora el cual cada vez adquiere cada vez más funciones de comunicación audiovisual.
La realidad virtual amenaza con invadir nuestro ámbito. Nuestra percepción es afectada sutilmente. La fotografía ya no resulta el documento fidedigno de comprobación de nada. Los montajes y alteraciones digitales permiten cambiar a tal punto cualquier característica real por la ficticia simulando apariencias físicas falsas, situaciones irreales o que nunca ocurrieron. Y en la imagen en movimiento, como el cine y el vídeo, los efectos especiales por medios electrónicos digitales logran crear la ilusión de lo imposible, crear la realidad que nunca existió como en la película de Forrest Gump saludando el actor Tom Hanks al presidente Kennedy en la sala oval de la Casa Blanca, o reconstruir escenas épicas de tragedia como si la cámara hubiera estado filmando el momento que ocurrió.
En reciente proyecto cinematográfico se recrea una realidad con personajes que imitan nuestras condiciones y conductas. Ya no es construir un personaje como superhéroe que sobrepasa en facultades y poderes al personaje común como ocurrirá en la película Spiderman, o desarrollar un ámbito, de dibujo animado o ilusorio donde el personaje real se mueve en un espacio de fantasía. Ahora es la presentación de absolutos personajes ficticios que se instalan en un dinamismo de comportamiento real: "Final Fantasy" con una actriz virtual que con movimientos del cabello, la profundidad de la mirada, y el movimiento de su ropa hace creer, a veces, que estamos contemplando una persona real.
Aki Ross en una escena de la película Final Fantasy.
Aparte del asombro por la tridimensionalidad virtual 3D que la animación por computadora logra, esto convoca una reflexión sobre cómo invade la realidad. Nos instalamos en esa realidad y nos desplazamos con los personajes como si se trataran de actores de carne y hueso interpretando una obra. Quizás no transmiten los gestos, no comunican sentimientos, quizás la técnica de reproducción de movimiento corporal no está suficientemente naturalizada artísticamente pero, realmente sobresalta la impresión en muchos instantes que son personas actuando. Cuando observamos la acción de los artistas enmascarados como antropoides en "El Planeta de los Simios" es dífícil que desaparezca la impresión de que son humanos pues se impone nuestra percepción interior lógica aunque te envuelvas en esa realidad camuflada y maquillada como de monos. Del mismo modo, en "Final Fantasy" se experimenta esa contradicción de saber que son animación por computadora pero la impresión que recibimos lleva a vivirlos como elementos con existencia real en nuestro espacio.
La percepción de la realidad va modificándose. Esta contradicción interna se hace más palpable aún cuando se sabe que de hecho, Aki Ross, la protagonista de la película "Final Fantasy", desplazó a otras modelos "reales" para aparecer vestida tan sólo con un sugerente bikini en el mes de Abril para la portada de la revista Maxim, de preferencias masculinas, en USA. Aki Ross, un carácter virtual, toma el lugar preferente de la portada "personificando" la atracción física exudando la perfección de belleza femenina que la cultura actual demanda. Y creerías, como muchos pensaron, que esa era la modelo sobre la cual se había imitado el personaje de Aki Ross, cuando era el propio personaje virtual luciendo su casi total anatomía desnuda.
Webby Tookay. | Aki Ross. |
Y no es la única. La competición se amplía. Webby Tookay, creación de Steven Stahlberg, animador suizo, posa en la revista "Details" y se alía con los productos telefónicos de Nokia para anunciarlos con su sonrisa.
Estas modelos virtuales están suplantando las modelos reales para la publicidad de varios productos. Se está produciendo la fusión del espacio virtual y la realidad. ¿O no ocurre así con la maleabilidad de la imagen en la sociedad espectáculo con los cantantes como Madonna que transforman su imagen? ¿No son ellos, también, en cierto modo virtuales? Las modificaciones que la manipulación digital efectúa en la presentación de las imágenes conllevan una inconsciente adaptación a esos cambios que van construyendo la realidad como un simulacro tal como señala el filósofo Eduardo Subirats sobre la transformación subjetiva del ser humano "donde sus tareas de percepción, experiencia e interpretación de la realidad le son arrebatadas y suplantadas enteramente por la producción técnica masiva de la realidad misma".
Aki Ross | Aki Ross en una escena de la película Final Fantasy. |
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