Ciudades de vivos y muertos: Pintura reciente de Phil Kelly

Replica21

José Manuel Springer


El sujeto es la prolongación de los objetos y viceversa.
Régis Debray

 

Phil KellyPalmera Reforma, 2002.

A partir de esta exposición podemos deducir varias genealogías de la pintura de Phil Kelly, que nos revelan la congruencia entre las imágenes y su tiempo. La primera y más evidente tiene que ver con la técnica que utiliza para crearlas. La pintura tiene en sí misma una significación que deriva del hecho de que una imagen pintada a mano tiene mayor valor que una imagen reproducida mecánicamente. Dentro del cúmulo de imágenes que está a nuestra disposición, la imagen pintada tiene una autoridad determinada por su originalidad, por el espacio donde se expone (la galería, el museo), así como por el hecho mismo de su escasez. Dado que existe un número muy limitado de imágenes pintadas tendemos a darles un sentido más valioso, pues encierran el aura, la huella, del individuo que las pintó. Además, estas son imágenes que reflejan una ambigüedad deliberada (una subjetividad) lo que nos permite proyectar con mayor holgura nuestra propia memoria o una simbología sobre ellas. Las imágenes de la ciudad que nos ofrece Kelly tienen el poder de hacer visible aquello que a primera vista resulta invisible.

La segunda genealogía, y quizá la que más me interesa destacar, surge de la lectura de las imágenes artísticas de dos ciudades: México y Monte Alban, megalópolis que representan sendas cosmogonías, misteriosamente unidas a través de la pintura. No debemos pasar por alto, por ejemplo, que una de estas pinturas lleve el título Torre Mayor, que es un eco del antiguo Templo Mayor de Tenochtitlan. Es decir, estamos ante una imagen de la arquitectura contemporánea, que busca crear un edificio memorable en contraste con las pirámides y las tumbas zapotecas que con el tiempo se han convertido en iconos de la grandeza del pasado de México. En ambas construcciones existe el propósito de dar a la ciudad circundante un carácter distintivo. En la Torre Mayor la construcción está diseñada para representar simbólica del poder económico, en las pirámides zapotecas los símbolos tienen un carácter metafísico, hablan de la trascendencia mágica, de la creencia en la vida después de la muerte.

Phil KellyPlaya Cancún-Sombrillas, 2002.

Asistir al trabajo cotidiano del pintor en su estudio es encontrarse con esa pulsión obsesiva suya por captar la ciudad en la que vive. El estudio es el laboratorio donde las imágenes fotográficas se van transformando en visiones pictóricas. No se trata de una traducción literal, realista, sino de un proceso de substanciación de la imagen fotográfica, la cual por lo general carece de aura. A través de su trabajo pictórico con el óleo –barridos, estarcidos con los dedos, pinceladas– que nos hacen concientes del acto de pintar, Phil Kelly descifrar lo que la fotografía no puede: desentrañar el verdadero significado del símbolo y su relación con la realidad. La torre roja de la pintura de Kelly es una señal de la intrusión del edificio en el paisaje urbano.

El atractivo estético que sentimos al ver estas pinturas tiene que ver con descubrir como los fragmentos deliberados de dibujo y pintura se unen para lograr que la apariencia de un lugar sea más completa de lo que de hecho puede ser. Es el hacer aparecer lo que nos permite ver las cosas desde la mirada del pintor, y también es aquello que impacta el sentido del gusto, en ocasiones más que el mismo significante (el objeto pintado).

Para ir más allá del mero gusto que genera la pintura, habría que penetrar su significado, lo que requiere ahondar en la relación entre tiempos y espacios distintos.

Podría decirse que Phil Kelly es un arqueólogo de la ciudad, de la cual recupera sus espacios emblemáticos y actores. Al confrontar a estos con los lugares rituales de Monte Alban, ciudad que por vez primera aparece como tema en la producción del autor, donde la vida y muerte son percibidas como un ciclo ordenado y simétrico, la pintura de Phil Kelly provoca una reflexión sobre las diferencias y parecidos que ofrecen las ciudades. Monte Alban es percibida como un lugar de colores menos violentos, donde la luz del mediodía del mediodía baña y destiñe sombras, evoca estructuras masivas, nos remite a un paisaje quieto, ilusorio, dando un aire de inmortalidad al sitio. El Sol, la luz y la capacidad de mirar al horizonte son característicos de Monte Alban. La Ciudad de México es presentada como río de color, de una abundancia grotesca de líneas vibrantes y contornos, donde la vida es solo movimiento contenido en estructuras de concreto y el único ángulo posible de vista es desde el cielo hacia abajo. Ambas ciudades fueren levantadas sobre montañas, no obstante Monte Alban parece más alta y cercana a los cielos, mientras que el centro urbano de México está rodeado de edificios.

La arqueología pictórica de la que se vale como método de trabajo el pintor lleva implícita una interpretación subjetiva de la vida citadina. A diferencia de la arqueología descriptiva, que nos proporciona tan solo una idea esquemática de la ciudad, sin penetrar a sus historias o sus fragmentos, la de Phil Kelly es una arqueología sensible, llena de temas y subtemas (la multitud Vs. el individuo, el movimiento Vs. lo estático, lo efímero Vs. lo trascendente) que nos hacen reconocer el modo de vida de una urbe y la visión fúnebre de la necrópolis. Por ejemplo Multitud Reforma capta el sentimiento de la congestión típico de las marchas que suceden casi cada semana en la Ciudad de México, mientras que Paisaje de Monte Albán presenta con tan solo tres pinceladas la insignificante presencia humana en todo el sitio.

Si el estilo pictórico de Phil Kelly ya ofrece mucho que ver en sí mismo, su uso de alegorías nos permite ver la línea divisoria entre la metrópolis y la necrópolis En su obra, Phil Kelly toma el ambiente vibrante de la ciudad de México tanto para construir la imagen como para presentar el contenido; por ejemplo, la vibración de las formas de objetos y edificios nos hace ver la vida como un constante latido y su flujo como algo visualmente estimulante. La ilusión de la pintura nos plantea una realidad en una clave musical, con zonas de color iluminadas en colores contrastantes, contrapuntos de luz , silenciosos espacios sin pintura y zonas sonoras abigarradas de color y textura.

Como exposición del deseo, de la simpatía por el caos y prolongación de la ciudad como cuerpo, estas pinturas nos muestran los polos de un compás, un ir y venir constante, entre la vida como un juego de artificio y la muerte como una cartografía imaginaria del más allá.

Phil KellyMultitud Rosa, 2002.

Phil KellyÁngel Latino, 2003.

Comentarios

Comenta esta nota.
Envía tu mensaje en la sección CONTACTO

 

Fecha de publicación: 28.05.2003