Huberto Suárez
Después de una larga problemática suscitada por la destrucción y restauración de los edificios y murales que ocupaban el antiguo casco del hotel Casino de la Selva en Cuernavaca en 2001, finalmente el Centro Cultural Muros abrió sus puertas, para exhibir los murales de los artistas Zarazúa, Messeguer, Joseph Renau, Silvio Benedetto, Francisco Icaza, Jorge Flores y José Reyes Meza, entre otros, y la colección Gelman de arte moderno mexicano, que incluye 315 obras maestras de Diego Rivera, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Carlos Mérida, Francisco Toledo, Manuel Álvarez Bravo, Gunter Gerzo y otros.
Entrevistada en sus oficinas del centro, la directora de Muros, Susan Grilo, explicó a Réplica 21 el origen y la finalidad de este sitio que viene a llenar en parte el grave vacío de opciones culturales que sufre el estado mexicano de Morelos.
¿Cuál es la finalidad principal de crear este museo?
Sin duda, lo que intentamos ser es un espacio para la cultura, con dos objetivos muy importantes: descentralizar un poco las opciones de la Ciudad de México, y que al mismo tiempo se ofrezca en provincia, en este caso en Cuernavaca, una opción no sólo digna, sino, a pesar de ser un museo pequeño, que pueda realmente cubrir estándares internacionales, en todos los sentidos: en cuanto a seguridad para las obras, atención al cliente, y la calidad de lo que aquí se exhibe.
¿De dónde surge la idea?
La idea surge de los mismos murales. Así inicia la historia: los murales fueron encontrados en un predio adquirido con un propósito comercial, y al descubrirse generaron una inquietud de la sociedad morelense. Por ello, las empresas que adquirieron el predio (Costco-Comercail Mexicana) tomaron la decisión de protegerlos. Cuando los empresarios se dieron cuenta de que ahí había una cuestión cultural que no estaba en el proceso de compra-venta, y surge un clamor de la sociedad para decir ‘nos interesa esta cultura y no queremos de ninguna manera que se destruya’, se toma la decisión a nivel de la directiva de donarlos al pueblo de Morelos, pero esto implicaba un costo para retirarlos, conservarlos y colocarlos en otro sitio para que pudieran ser admirados por todos.
Como las autoridades culturales, tanto locales como federales, dijeron que ellos no tenían los recursos para hacerse cargo de ello, viene toda la serie de toma de decisiones, que creo que no se ha reconocido lo suficiente, para realizar una importante inversión para rescatarlos.
Pero la inversión no se quedó sólo en la restauración de los murales. Más allá de esto, se decidió construir un edificio que los cobijara, y que además reprodujera el lugar donde se encontraban originalmente (la nave principal del hotel Casino de la Selva, ndlr.).
Todo esto lleva a hacer un proyecto para que, además, la gente pueda visitarlos. Cuando esto está sucediendo, se da una casualidad maravillosa, que es la búsqueda, por parte de la Fundación Vergel, de un sitio para colocar las 315 obras de los más grandes maestros mexicanos de la pintura que constituyen la colección Gelman, la cual había estado itinerando por 21 sedes distintas alrededor del mundo. Este encuentro afortunado provoca que el proyecto se amplíe a la creación de un centro cultural, que es lo que ahora tenemos. No sólo un museo, sino un nuevo espacio cultural en Morelos.
¿Cuál es la relación con las instituciones culturales mexicanas?
Con Bellas Artes tenemos trabajando más de un año y medio, desde que fueron descubiertos los murales. Ellos llevaron a cabo su restauración, y hoy estamos hablando de una segunda etapa de colaboración, consistente en el trabajo in situ de los restauradores, para que la gente pueda ver directamente el trabajo de rescate y pueda hacer preguntas acerca del proceso y la técnica. Esto dará a la gente un plus para comprender al detalle el trabajo científico del restaurador.
¿Por qué no se llamó a los autores de murales que aún están vivos para restaurar su propia obra?
Los restauradores tienen muy claro la diferencia de procesos entre su trabajo y el del artista original. La restauración es una técnica científica que requiere de un conocimiento particular, que no necesariamente posee el artista. Y por otro lado, no es recomendable que el artista sea el restaurador de su propia obra, porque siempre cae en la tentación de mejorarla o cambiarla, y eso está prohibido en una técnica de restauración. El restaurador no debe alterar para nada el trabajo original del artista. De hecho, los restauradores han descubierto lo que llaman “cicatrices” en algunos murales, que fueron trabajados por los artistas cuando ya estaban supuestamente terminados y exhibidos en el Casino. Esto ha dificultado dar seguimiento histórico al proceso del trabajo original, que está documentado, y que es distinto a lo que se ve después de las variaciones realizadas.
¿Entonces los artistas no han participado para nada en el proceso, ni siquiera supervisando la restauración de sus propias obras? Exactamente.
¿Además de la exhibición de los murales y la colección Gelman, qué otras actividades tiene previsto realizar el museo?
Nuestro primer y principal interés es que la gente comience a venir y conozca la colección permanente, lo que hace de por sí ya atractiva la visita al centro cultural. También la gente puede conocer la manera como se hizo el rescate de los murales, a través de la técnica italiana del strappo, que es retirar las pinturas con todo y muro para después trasladarlas a otro sitio y rearmarlas como un rompecabezas. Esto puede ser atractivo para el público los primeros meses.
Para más adelante, tenemos otros proyectos relacionados con acuerdos con otros museos tanto nacionales como internacionales, aunque esto todavía está en proceso. Por otra parte, también en la colección tenemos obra de artistas vivos, para la que tenemos un espacio dedicado al arte contemporáneo. Algunos incluso viven en la ciudad de Cuernavaca, y hemos hablado con ellos para que puedan venir a explicar personalmente su obra expuesta y lo que están trabajando. Queremos que el público conozca hoy a estos artistas jóvenes que ya se han ganado un sitio en la historia del arte mexicano, como Gerardo Suter, Magali Lara, o Lucero Isaac, con quienes tenemos una cercanía que queremos aprovechar de esta forma.
Tenemos también la idea de llevar a cabo proyectos relacionados con nuestras tradiciones, utilizando la propia colección permanente, y dándole cada vez una lectura específica a través de curadurías ad-hoc, por ejemplo para la celebración del Día de Muertos, sueños, creencias y supersticiones, las mujeres de la colección, los fotógrafos, etcétera, cada una con una curaduría especial y un catálogo razonado.
Otra cosa que estamos trabajando ya, son los programas para niños. Creemos que hay muchas cosas que la colección y los murales pueden ofrecer a los niños, en tanto abordan sucesos clave en la historia de México y América Latina, como en el caso de los murales de Joseph Renau y José Reyes Meza, de donde se pueden extraer muchos elementos educativos para nuestros niños, y sobre todo queremos interactuar con ellos para tener sugerencias e ideas para mejorar nuestro trabajo hacia ellos.
¿Se pretende que éste sea un centro cultural en torno del cual sucedan más cosas, o será sólo el lugar de exhibición de una colección de arte en particular?
Queremos ser un espacio para la cultura, y en la medida que podamos dar un servicio a la sociedad, colaborando con instituciones o grupos de artistas organizados, lo haremos con muchísimo gusto, sin intentar de ninguna manera tomar una bandera ni mucho menos. Al contrario, somos un espacio dispuesto a ser ofrecido a otras instancias, para hacer, compartir y cooperar con ellas en proyectos que nos propongan.
¿Qué tipo de apoyos financieros tiene el centro?
Es y seguirá siendo cien por ciento privado. En ocasiones colaboraremos con instituciones gubernamentales para crear sinergias en algún proyecto, pero Muros se mantiene a través de la inversión realizada por Costco, Comercial Mexicana y la Fundación Vergel. Estamos conscientes de lo oneroso que es para estas tres empresas la manutención y operación del centro, y como no queremos que suceda como en otros proyectos similares, que han debido ser cerrados por el elevado costo que representan, estamos buscando que se sumen otras participaciones y apoyos de grupos y personas interesados en la cultura, a través de financiamientos, patrocinios, donaciones, o cualquier esquema que podamos instrumentar con cada uno.
Por otra parte, queremos que el centro se convierta en parte de la comunidad, y no sea visto como la propiedad de dos o tres empresas. Está al servicio de la sociedad, y por tanto debe estar asimismo apoyado por la comunidad.
También queremos que aquellas personas interesadas en la cultura sepan que siempre tendrán aquí un lugar para ser escuchados en el tenor de ¿qué les interesa ver?, ¿qué quieren que hagamos? Estamos invitando a la gente a dar sus ideas, a que los jóvenes nos digan cuáles son sus gustos e inquietudes en materia de arte, y para ello realizaremos una especie de sondeo.
Esta relación con la comunidad se dará en un primer momento a través de la página web www.muros.org.mx, que estamos terminando y pronto pondremos en Internet, donde recibiremos las sugerencias de cualquier persona con interés, y habrá gente que incluso tome la decisión de venir, por ejemplo, un fin de semana al mes, para ofrecer una conferencia, explicar las obras o hacer visitas guiadas. Toda participación será bienvenida. Nos interesa mucho escuchar a los jóvenes, que son la mayoría en este país, a quienes no se inculcó desde la casa el gusto por el arte, para saber qué es lo que les atrae y qué quisieran ver, o qué es lo que les hace identificarse con una obra.
¿A qué tipo de arte se le dará mayor importancia en este museo?
En cuanto a las exposiciones temporales, estamos completamente abiertos, aunque fundamentalmente buscamos tener piezas relacionadas con arte moderno y contemporáneo, que estén vinculadas con el arte y la cultura mexicanos. Pero estamos abiertos a que, cualquier artista que merezca ser mostrado, puede ser pertinente en este espacio, y en ese sentido también tendremos exposiciones internacionales, dependiendo del presupuesto con que contemos.
Para concluir, Susan Grilo hizo hincapié en que el museo no tiene un interés de lucrar, por lo que se mantendrán tarifas de entrada accesibles: 30 pesos para el público en general, 15 pesos para estudiantes y maestros, además de la gratuidad para niños y adultos mayores, y un día totalmente gratuito, que será el martes, con la finalidad de que toda la gente de la comunidad morelense pueda venir y disfrutar de la colección.
El Centro Cultural Muros, ubicado a dos cuadras de la estación de autobuses Casino de la Selva, frente a Plaza Cuernavaca, está abierto de martes a domingo en horario de 10:00 a 18:00 horas, y cuenta con servicios de estacionamiento, tienda, teatro al aire libre y facilidades de acceso para personas con necesidades especiales.
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