José Manuel Springer
Trece años y cinco ediciones de inSITE lo han convertido en un evento que debe de verse por la característica geográfica donde ocurre, en la frontera de México y Estados Unidos, por la lectura que adquieren las obras en el contexto público, y por la experiencia misma que significa hacer obra pública dentro de un contexto en constante transición enfrentado a problemáticas sociales urgentes.
La primera edición de inSITE fue apenas una propuesta de arte público para sitios específicos en una zona donde el mundo desarrollado y el subdesarrollado coinciden, en 1992. Esta última edición se ha sofisticado tanto en su planeación, que comenzó hace tres años, como en su ejecución, que implica un largo trabajo de producción de las intervenciones, realizadas en colaboración con comunidades específicas, los escenarios que crea y que sirven de centros de acopio de informacion, el debate de ideas que surge en la serie de Conversaciones, y el largo periodo de aperturas progresivas, una mensual durante cuatro meses, todo ello coordinado por Osvaldo Sánchez.
Visitar inSITE sin pertenecer a la región fronteriza es perderse una gran parte de los contenidos. En pasadas ediciones los organizadores contrataron autobuses para hacer una road show que llevaba al turista culturales por sitios intervenidos colocados entre San Diego y Tijuana, en un área de 100 kilómetros, donde el arte público competía con el transporte público, prácticamente inexistente en el sur de California. En esta edición se decidió dejar que el arte tuviera niveles de “(in) visibilidad” . Esto y el hecho de que las obras se presenten progresivamente en un periodo de 13 semanas dificulta la apreciación y evaluación del evento en su conjunto.
Joao Lauro
InSITE desea separarse del modelo de bienal para definir de manera más sociológica el contexto público y cultural de la región. Añadiendo a la complejidad del programa multidisciplinario, las acciones incluyen transmisiones de televisión en canales abiertos, proyectos móviles como el vehículo cubierto de hoja de oro de Joao Lauro, cinco sitios web y la proyección del documental de Itzel Martínez, Ciudad recuperación, donde personas en programas de rehabilitación por el abuso de drogas imaginan lo que sería la ciudad ideal, unidas a las opiniones de mujeres de clase media y alta que contraponen sus ideas sobre la ciudad utópica.
La supervivencia y la integración social fueron los criterios que permearon la selección de proyectos por parte de las curadoras Tania Ragasol y Donna Conwell y de ahí el carácter de laboratorio de prácticas sociales alternativas que tiene esta edición de inSITE, que en ocasiones lo hace poco atractivo para los visitantes. Aún así, hubo acciones como la del venezolano Javier Téllez, llevada cabo en la zona de playas de Tijuana, en la que la participación de un grupo de internos de una centro de tratamiento de enfermedades mentales escenificó un circo. Los internos utilizaron la ocasión para presentar pancartas de protesta por el uso de drogas en la institución y revelaron tener un sentido del juego e incluso de la frontera. El evento concluyó con el cruce de la frontera por parte de un hombre bala, que fue disparado desde México, eso sí con pasaporte en mano, para caer en suelo estadounidense, que podría ingresar al libro Guinness como uno de los cruces más originales de una frontera dividida por un muro metálico.
Javier Téllez
Según Michael Kirchman, co-director del evento junto con Carmen Cuenca, fundadores de inSITE, el evento es probablemente el único que comisiona un significativo número de obras específicas. Para esta edición se realizaron 22 obras en espacios públicos. De ellas se inauguraron el primer fin de semana las instalaciones de Aernout Mik, artista holandés que presentó una realidad ficcionada titulada Ósmosis. El video, proyectado dentro de un estacionamiento en el centro de San Diego, muestra una reconstrucción de una farmacia típica de Tijuana, anegada en lodo. Dado que el costo de las medicinas es más bajo en México, los estadounidenses cruzan la frontera para abastecerse de medicamentos. Paralelo a la búsqueda de entretenimiento en los bares y clubes nudistas, los visitantes a Tijuana recurren a una práctica irregular: muchos abandonan sus automóviles en las calles, los cuales son denunciados como robados para cobrar el seguro. Estos vehículos son retirados de la vía pública y llevados a lotes en los márgenes de la ciudad, donde construyen un cementerio de chatarra de varios kilómetros, un paisaje reminiscente de la desigualdad de los intercambios entre países con dos economías dispares.
Si bien el trabajo de Aernout Mik resalta el caos, hay obras que buscan las zonas de contacto y comunicación. José Parral, artista de San Diego, y Thomas Galssford, de origen tejano residente en México, rehabilitaron la zona de la playa junto al faro que se alza a unos metros de la valla fronteriza. En esa área de recreo para los habitantes locales diseñaron un jardín de plantas desérticas, remodelaron las vialidades y levantaron una terraza con servicios públicos, que dan al lugar un carácter más amable que contrasta con el parque tipo cancha de golf que se encuentra del lado gringo. Un proyecto que más que arte podría calificarse de diseño ecológico.
.......Aernout Mik |
.......Thomas Galssford y José Parral |
Dos sitios de información en los que se invitó a arquitectos para diseñarlos son los centros neurálgicos de la información, complementados con un centro móvil de información realizado por la alemana Ute Meta Bauer. El primero de ellos fue responsabilidad de Edy Martínez y se encuentra localizado enfrente del Museo de Arte de San Diego. Se trata de una arquitectura efímera, montada sobre plataformas de camiones cargueros, que utiliza lonetas de color y algunas estructuras desmontables, con un carácter de caravana circense, que choca con la arquitectura colonial, también prefabricada, del museo.
El caso de la propuesta de sitio de información en el Centro Cultural Tijuana, es más afortunado pues la estructura de madera sí envuelve al gigantesco domo de concreto del planetario generando una sensación de intervención débil sobre un mundo sólido y soberbio. El diseño de esta pieza fue comisionado al taller Tj SD, comandado por Gustavo Lipkau.
La distancia es el olvido
Cao Guimaraes
La exposición FarSites (Sitios Distantes) comisariada por el brasileño Adriano Pedrosa y cinco curadores adjuntos, es el espacio donde se da una presencia definitiva de la ciudad dentro de la institución museística, como plataforma complementaria a las intervenciones. La muestra explora la forma en que tanto la arquitectura, como las prácticas urbanas demuestran el colapso de los sistemas urbanos.
Con un carácter un tanto desigual, en ocasiones marcado por la obtusa lectura que genera el espacio museístico, que impide ver la continuidad del discurso curatorial, la muestra dividida en dos sedes, da cuenta de situaciones que son resultado de una práctica continua de apropiación y recuperación del espacio urbano, por parte de las agencias de gobierno y privadas, así como la acción de los habitantes que ingeniosamente reinterpretan las normativas, realizan adaptaciones y construyen su propio espacio.
La curaduría articula propuestas visuales que en ocasiones se sienten más forzadas y en otras resultan efectivas en su vinculación con la problemática descrita. Fuera de contexto resultan, por ejemplo, las pinturas de Guillermo Kuitca, con mapas citadinos cubiertos de espinas, las obras de Doris Salcedo, armarios vaciados con cemento, e incluso la pieza de Robert Gober, que parecería una alusión al urinario de Duchamp. Estas son piezas que tienen que ver más con una reflexión sobre el arte en sí y no con el problema de la ciudad específicamente. Del lado opuesto, encontramos las fotografías de Cao Guimaraes, el artista brasileño que ha utilizado la fotografía y el video como medios de investigación social. En el caso particular de esta exposición presenta una serie de instantáneas, realizadas en colaboración con Rivane Neunschwander, que retratan el entorno de escasos recursos, en los que las huellas del uso humano quedan registradas en pequeñas modificaciones hechas sobre objetos y estructuras para obtener de ellas una función utilitaria distinta a la cual fueron creados.
Robert Gober
Refrescante es la visión de varios artistas latinoamericanos que enfrentan la situación crítica de superviviencia a la que los ha arrojado la política neoliberal de los gobiernos de la región. En este caso se encuentra la obra del colectivo argentino Etcétera, que a través de un video lúdico y paródico relatan la formación de una guerrilla urbana (caricatura de los movimientos de izquierda de los 70). Vestidos con armaduras improvisadas al estilo medieval estos audaces luchadores sociales se lanzan armados con enormes cucharas y tenedores a tomar un supermercado con el objetivo de saciar el hambre.
Y mientras en América Latina la burla es una forma crítica, en los países desarrollados la escultura minimal retrata el sosiego, la inmovilidad de un sistema altamente burocratizado. Rita McBride presenta dos cajas de acero pintadas de gris, el tipo de mobiliario urbano que alberga los conmutadores telefónicos, que con su presencia fría crean una metáfora de la perfección impersonal de los servicios urbanos, repetida al infinito en todas las capitales del mundo.
Sitios distantes rescata del olvido todos esos rincones, situaciones y objetos simbólicos que hoy día forman parte del entorno citadino. De la interacción entre la realidad material y las ficciones que se construyen a partir de esta se hace crea una alegoría del fracaso de los sistemas y de su constante renovación cotidiana en manos del ser humano. Este es el legado más claro de la reciente edición de inSITE, una memoria de las posibilidades infinitas que tiene la práctica social en la definición del contexto público.
Etcétera |
Francis Alÿs |
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Rita McBride |
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