La imagen: espejo de ficciones

Replica21

Gabriela Galindo


"Muchas veces la imagen es mucho más que la cosa de la cual ella es imagen".
Paul Valery

Joan FontcubertaJoan Fontcuberta. Sense Títolo, 1972.

Toda imagen, es decir, las representaciones gráficas de un objeto determinado, son siempre ficciones que se presentan como verdaderas. Lo que vemos en una fotografía por ejemplo, en la mayoría de los casos, no es real, aún cuando lo haya sido en un momento dado; pasado ese instante, la imagen es una representación de algo que ya no es. Por otro lado, también están los nuevos medios y la tecnología que nos permiten jugar con los conceptos de verdad y falsedad y han creado una nueva relación con las imágenes que vemos. “La imagen como registro de identidad morfológica ha cedido paso a la imagen como demostración bajo sospecha” (J. Fontcuberta).

La percepción y el procesamiento de la información son fenómenos esenciales en la elaboración y comprensión de una imagen. El espectador selecciona los aspectos que considera más relevantes en función del contexto en que se encuentra y procesa la información aplicando los esquemas conceptuales de que dispone.

El exceso de información, nos lleva a seleccionar de una manera defensiva y, en ocasiones, inconsciente, aquellos datos que nos son significativos por alguna razón particular, recordamos las imágenes que nos impactan y olvidamos el resto. Sin embargo, también sucede, que somos receptores de mensajes que no estábamos esperando, incluso, que no queremos recibir, pero que se graban en nuestra memoria y se incorporan a nuestros recuerdos. Estamos inmersos en una guerra de estímulos, pero paradójicamente, esta sobreexposición visual, en lugar de provocar una reacción de rechazo, nos está convirtiendo en una especie de adictos a la información y sobre todo, a las imágenes.

Oliverio ToscaniOliverio Toscani. Black.

Misha GordinMisha Gordin. De la serie Crowd.

El culto a la imagen se manifiesta hoy en día en todos los medios y somos cada vez más dependientes de los estímulos visuales para entender y comprender el mundo que habitamos, tanto como para expresarnos y comunicarnos. Es como si el lenguaje hablado ya no fuera suficiente y requerimos de una representación gráfica para completar nuestros mensajes. Lo visual, por no hablar ninguna lengua, las habla todas, borra las diferencias lingüísticas y comunica de manera inmediata una idea.

Fran HerbelloFran Herbello.El lenguaje (hablado-escrito) es lo que nos permite, en primer lugar, desarrollar la capacidad de abstracción para conceptualizar el mundo. Sin lenguaje no existe el pensamiento y sin lenguaje no existe la comunicación. La atribución de rótulos o nombres a las cosas es una de las principales finalidades del lenguaje y es lo que permite en última instancia el intercambio de ideas. Sin embargo el lenguaje de las imágenes nos facilita el reconocimiento visual que nos ubica dentro de un contexto determinado, nos ayuda a reconocernos y ubicarnos dentro de ese mundo conceptualizado. Tal vez una de las referencias más claras de este re-conocimiento por medio de la imagen es la historia de Narciso, aquel joven de extrema belleza que queda embelesado de sí mismo al ver su imagen reflejada en el agua. Aún cuando esa imagen no es lo real, no es la persona sino sólo un reflejo, es lo que hace constatar una verdad; el reflejo que Narciso ve en el agua lo hace consciente de su propia imagen y provoca en él un intenso placer del que no podrá desprenderse jamás.

 

Este embelesamiento por la imagen podría ser similar a lo que nos ocurre en la actualidad. El placer y el estímulo de los sentidos se han convertido en los valores dominantes de la vida corriente. Esta especie de hedonismo visual nos está llevando a la búsqueda cada vez más intensa de estímulos, al margen de toda moralidad o normatividad cultural. Hoy en día ya nadie defiende el orden y la tradición, pero por la misma razón, a nadie le interesa ya transgredir esos códigos morales, violentarlos o reaccionar ante ellos. Existen, pero no importan, estamos al margen de ellos, lo importante es ir hacia adelante, en una especie de espiral extremista, buscando el refinamiento del detalle por el detalle, el hiperrealismo de la violencia sin otro objetivo que la estupefacción de los sentidos y las sensaciones instantáneas; es la cultura de la violencia revelada.

Los medios publicitarios han reconocido este valor y nos bombardean intensamente con una cantidad de imágenes que saturan nuestros sentidos hasta el hartazgo. Hoy, la publicidad es la dueña casi absoluta de la comunicación visual. La publicidad alimenta nuestra adicción a la imagen. Promueve la satisfacción personal de “ser diferente” al tiempo que nos categoriza en grupos y nos masifica; juega con los fantasmas de la intimidad y las fantasías eróticas y nos encamina hacia una conducta determinada. El erotismo ha sido utilizado como la herramienta principal de persuación publicitaria, sin embargo, en los últimos años hemos visto como la publicidad ha recurrido a imágenes y mensajes de evocaciones muy distintas a la erótica.

Oliverio ToscaniOliverio Toscani. Aids, 1992.En 1992 Oliverio Toscani, el famoso fotógrafo responsable de las campañas publicitarias de Benetton, inicia la nueva campaña “The shock of reality” , con un espectacular montado en la ciudad de Franckfurt, en el que presenta una fotografía de un joven muerto por causa del sida, abrazado por su padre, rodeado por las lágrimas de su madre y su hermana pequeña. La publicidad de Benetton se convirtió en tema de debate social en decenas de países. Algunas revistas, hecho sin precedentes, se negaron a publicar el anuncio y publicaron la doble página en blanco, en señal de protesta.

Pero, independientemente de los cuestionamientos que provocó como campaña publicitaria, la utilización de estas imágenes tan fuertes podía verse como una manera atrevida de hacer público un mensaje que, en esos años, los medios no se atrevían a tratar tan abiertamente. Sin embargo, no deja de ser violenta la idea de vender ropa utilizando el impacto emocional que la imagen provoca en el espectador.

En este mismo terreno, pero en una reacción a la inversa, está el caso de otro espléndido fotógrafo, Kevin Carter, quien en 1994 ganó el premio Pulitzer de fotoperiodismo con una fotografía tomada en en la aldea sudanesa de Ayod de una pequeña niña, absolutamente desnutrida, recostada en medio del desierto a punto de morir, mientras a lo lejos se ve la figura de un buitre, que la observa intensamente y sólo está esperando ese momento. Carter declaró que aborrecía esa fotografía y que se avergonzaba de sí mismo. David Suárez escribió: “El encuadre de Kevin Carter es el mismo que el del ave de rapiña que espera impaciente la muerte del niño. Son dos testigos de una misma agonía: para el buitre, el plato a devorar; para el fotógrafo, es la imagen maldita de la muerte del hombre, de todos los hombres”. El fotógrafo se quitó la vida 4 meses después de recibir el premio.

Kevin CarterKevin Carter, 1994.

La condición de ser testigo de los acontecimientos y hacerlo público, es un medio para enfrentar la verdad, constituye una toma de posición ante la vida, con sus miserias y metáforas. El problema estriba entonces, en el uso que se le da las imágenes que presentan estos hechos y qué objetivos se persiguen. Por un lado tenemos a Toscani que con sus fotografías respalda una campaña publicitaria y por el otro la fotografía de Carter que pareciera ser el detonante de su dramático suicidio.

Es evidente que las imágenes pueden ser demasiado poderosas. Las imágenes nos seducen, provocan tensión, ambigüedad, placer, angustia o emoción. Es imposible sustraernos del impacto y es imposible no responder emotivamente. Afectan nuestras relaciones con el mundo e invaden el espacio de lo público y lo privado.
En el acto de mirar, somos convocados por una imagen que nos deslumbra. El mirar se origina desde el exterior y nos invade en el interior. En el espectáculo del mundo miramos y somos mirados. La inmediatez de su mensaje nos llega rápida, instantánea y fugazmente, pero si hay comprensión, ahí se queda. No podemos abstenernos de mirar, y ante la imagen, tenemos la posibilidad de asumir diversas actitudes, podemos simplemente verla, podemos poner en juego la mirada plena y pensar, podemos fascinarnos y dejarnos llevar por los sentidos o podemos ignorarla.

Lo cierto es que estamos al centro de un bombardeo visual, el vértigo de la imagen no se va a detener y nuestros ojos se hacen omnividentes, capaces de verlo todo para producir un goce que responde, hoy en día, a una misma estética: la del consumo.

Tetsuya TamanoTetsuya Tamano.Misha GordinMisha Gordin. De la serie Crowd.

Comentarios

Comenta esta nota.
Envía tu mensaje en la sección CONTACTO

 

Fecha de publicación: 30.03.2003