Una rara avis del Surrealismo en México: Bridget Tichenor

Bridget Tichenor

Bridget Tichenor, Homenaje, 1963. Óleo sobre masonite.

Julen Ladrón de Guevara

bridget TichenorBridget Tichenor, Llegada de capricornio, 1985.
Óleo sobre tela.

El Museo de la Ciudad de México dedicó una retrospectiva de Bridget Tichenor,  una de las pintoras surrealistas poco conocidas, que radicó en México durante más de tres décadas. La muestra incluye cien pinturas y 35 dibujos, provenientes de 18 colecciones privadas de  México y el extranjero, que muestran  la producción que realizó durante sus 37 años de estancia en el país, al que llegó por vez primera en 1947, y donde se estableció de manera definitiva hasta 1953.Muchas de esas piezas son exhibidas por primera vez y esperemos que no sea la última.

La muestra está acompaña por “Rara Avis”, documental que Tufic Makhlouf Akl realizó en 1985, en el que una Bridget informal y madura, juguetona y seductora, ofrece pormenores de su vida y su obra. Este film, realizado cinco años antes de su muerte,  es la única biografía autorizada (por decirlo de alguna manera) que existe de la pintora. En él podemos ver su carácter solitario y su gran personalidad artística, además de la soltura que desarrolló como modelo de  grandes maestros de la fotografía, como Man Ray; las imágenes de su estudio, sus testimonios francos, y su elegante estilo, nos ayudan a comprender la compleja personalidad de la artista.

Nacida en París como Bridget Pamela Arkwright Bate el 22 de noviembre de 1917, en el seno de una familia inglesa de rancio abolengo, Bridget rapidamente adoptó un estilo de vida bohemio y liberal, a la vez chic y atormentado. Tichenor fue amiga de Leonora Carrington, Max Ernst, André Bretón, Man Ray y Remedios Varo. Además, mantuvo una cercana relación con  Carmel Snow, (editora de Vogue, la revista de alta moda que es hasta hoy la joya de la corona de la editorial Condé Nast) y  Francesco Scavullo, quien fuera el fotógrafo de modas americano más conocido. Antes de llegar a México Bridget trabajó de modelo para Vogue y Harper´s Bazaar, a la par que realizaba  viñetas para esos publicaciones. Su talento como dibujante  meticulosa, de líneas precisas y contornos vibrantes, queda en evidencia en la primera sala de la exhibición.  

Bridget TichenorBridget Tichenor, Sin título, s/f. Óleo sobre tela.A Bridget Tichenor la trajo a México Edward James un día de 1947. Él quería mostrarle este país tan lleno de magia y de chamanes, que lo acogió para crear uno de los jardines más extraordinarios que se hayan hecho jamás. Los dos eran excéntricos y hablaban el mismo lenguaje; ambos provenían de familias de sangre azul y gracias a eso y a su privilegiada condición económica, tuvieron vivencias extrañas, exóticas y poco comunes para casi cualquier mortal. Como resultado afortunado Bridget dejó un vasto legado de pinturas con personajes irreales y ambientes surrealistas, algunos de los cuales ahora se muestran de forma misteriosa en esta exposición-homenaje que  brindan sus amigos a la artista, a su obra y a su personalidad.

La muestra recibe al visitante con una fotografía enorme de Bridget, que muy bien podía ser la portada de una revista de alta costura. Su rostro es el de una joven que aparenta ser tímida ante la lente del fotógrafo, pero que en realidad está fingiendo con dolo para verse más atractiva. Al entrar a la primera sala sorprende el montaje poco convencional de los dibujos de la artista, dispuestos de manera ascendente en  línea diagonal que va de la parte media de la pared hasta el límite superior de la misma. Se trata de una manera “automatista” de realizar la museografía,  método heredado del surrealismo, que enfatiza el trazo  completamente libre, sin usar el razonamiento o la conciencia, porque el producto estético no era en sí mismo el fin de la obra.

El genial artista  Pedro Friedeberg se encargó de gran parte del diseño de la museografía. Era él quien ayudaba a colgar los cuadros de la casa de Bridget  y conocía sus gustos. Friedeberg montó la obra en grupos que forman cruces, como ella lo hacía, a manera de pequeños altares.  Los cuadros pequeños, íntimos y delicados, se dividieron por temas: los paisajes de desierto; las visiones metafísicas; las dualidades espirituales,  y las series de personajes con forma ovoide.  El lenguaje artístico revela influencias de sus mejores amigas: Leonora Carrington y Remedios Varo.

Bridget Tichenor Bridget Tichenor, Sin título, 1981.
Óleo sobre tela.

Bridget Tichenor vivió en dos etapas en México, la primera entre 1953 y 1982, año que decide regresar a Roma, tras la muerte de su único hijo. La segunda y definitiva, (entre 1984 y 1990) fue después del infortunado fallecimiento de una amigo muy querido por ella, que la había invitado a vivir a Italia.  A pesar de su larga ausencia, Bridget siempre estuvo vinculada con el grupo de surrealistas en Europa y en México, donde mantuvo amistad con Leonora Carrington y Remedios Varo, Mathias Goeritz, Pedro Friedeberg, Alan Glas, Cristina Bremer y Lola Álvarez Bravo.

Bridget Tichenor en voz de sus mejores amigos

Pedro Friedeberg:

“A Bridget la conocí dos veces el mismo día por ahí de 1961. En la mañana me la presentó Antonio Souza y en la tarde Edward James, el que construyó Xilitla. Nosotros éramos muy amigos, por eso me dijo: ‘Tienes que conocer a esta mujer, es alguien muy especial. Sólo viene a México unos días y después se regresa a Michoacán’.

Antonio Souza me pidió que la llevara a su casa en la calle de Puebla, colonia Roma, más o menos en 1957. En ese entonces yo trabajaba como su secretario, pero a veces era su chofer. Por la tarde se reunía mucha gente en la casa de Bridget, porque su hogar era lo que se llamaba “un salón”… intelectual y de chismes.

Bridget fue una persona fascinante y la echo de menos, aunque también nos peleábamos mucho porque siempre me contradecía. Quería ser la dueña o la maestra de todo. A los mexicanos nos consideraba como a unos pobres tontos que no sabíamos de las elegancias de Inglaterra o de Italia, o del mundo “super high”, que ella sí conocía. Como estaba emparentada con la corona inglesa, aunque un poco de la mano izquierda como se dice, era una combinación extraña de gran complejo de superioridad y al mismo tiempo gran modestia, humildad, timidez... como una dicotomía. Al mismo tiempo de tener una gran conciencia de sus orígenes, tenía un sentido muy sensible o racional, perceptivo de la vida y los personajes. Tenía una doble y fascinante personalidad.

Ella poseía un cuerpo muy alto y esbelto; tenía mucho sentido de lo “chic” de hace 70 años, que era mucho más refinado que ahora. Hoy ya no hay elegancia en realidad; los patrones actuales son Madonna, Lady Gagá o pero aun, Paris Hilton, que es tan vulgar…

Bridget TichenorBridget Tichenor, Enigma, 1955.
Óleo sobre tela
Bridget TichenorBridget Tichenor, Sin título, 1955.
Óleo sobre tela
Bridget TichenorBridget Tichenor, Mosque, 1984.
Óleo sobre tela

Para Bridget la pintura era una cosa secundaria en su vida, porque antes de eso ella había sido model. Era muy amiga de Carmel Snow, editora de Vogue, y de los dueños de  Condé Nast. Cuando se divorció de Huge Kissel se casó con Jonathan Tichenor y se volvió bohemia, como medio hippie.  Al divorciarse de Tichenor conservó ese apellido como parte de su nombre artístico.

Bridget TichenorBridget Tichenor, Sin título, s/f. Óleo sobre tela.Después vino a México y se hizo novia de Roberto Vences que era de Michoacán, y a lo mejor por eso se fue a vivir para allá. A partir de ese momento su obra se vuelve más importante en su vida porque se puso a pintar en serio. Ella tenía el estilo de los surrealistas,  pintores mágicos o realistas mágicos como se le llamaban en los Estados Unidos. Como su maestro, George Tooker, o Peter Bloom, ambos pintores de los 30 y 40. 

Bridget dibujaba muy bien cosas de moda y todo esos dibujos los integró en sus pinturas, como los arlequines en forma de huevo.  Su firma es como un trébol. Yo creo que son dos B una por Bridget y otra por Bate, que es su apellido paterno, y esas dos “B” forman trébol de cuatro hojas, pero a lo mejor no significan nada. La gente busca símbolos y cosas que el artista quiso pintar y que ni él mismo puede explicar, eso no quiere decir que tenga un simbolismo.”

Alan Glass

“A Bridget la conocí en 1963 más o menos, porque un día me llevó Pedro Frideberg a su estudio en la calle de Puebla. Todavía recuerdo la impresión que me dio verla, porque era como una visión, una composición de foto de revista de modas. Ella estaba elegantísima, sentada con mucho porte sobre un sillón muy bonito, comiendo  helado y rodeada por varios perros chihuahueños.

 

Bridget TichenorBridget Tichenor, Isidor, 1977. Óleo sobre tela.De ella recuerdo muchas cosas porque fue mi gran amiga. Era extravagante, igual que Leonora; cuando ella y Bridget estaban juntas hablaban un argot muy inglés , estas cosas que hay que ser inglés para entenderlo. Bridget y yo nos veíamos mucho y nos peleábamos todo el tiempo cuando bebíamos tequila. Nos decíamos cosas tremendas, nos gritábamos tonterías y al día siguiente me llamaba y como si nada. Ella vivía en una casa que todavía existe en Sevilla y Tokio y siempre había una interesante concurrencia.

 

Bridget Tichenor era muy buena pintora y tenía una técnica estupenda. Es rara la gente que lo hace así, es casi italiana, como de maestros antiguos. Es una pintura muy delicada y sus imágenes son entrañables, como ese cuadro de las bocas y del dolor, que fue de los últimos. Lo hizo a su regreso de Italia porque se iba a casar con un amigo de la infancia, que la había querido mucho y le ofreció una vida más tranquila y mejor. Ella le había dicho que no durante  mucho tiempo.  Cuando al fin se decidió y fue a verlo, él murió.”


La restrospectiva de Bridget Tichenor se encuentra abierta al público hasta el 26 de agosto de 2012 en el Museo de la Ciudad de México. Pino Suárez 30, Centro Histórico, México D.F.


Agradecimientos a: Pedro Friedeberg, Alan Glass, Carlos de Laborde, Tufic Makhlouf Akl, Museo de la Ciudad México y José Valtierra.
Fotografías cortesía del Museo de la Ciudad de México

Bridget TichenorBridget Tichenor, Sin título, 1977. Óleo sobre masonite.


 

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Fecha de publicación: 24.07.2012